La respuesta es sí, y hay varias razones para ello. En primer lugar, los compradores de obra nueva tienen que solicitar una cantidad menor que los compradores de una vivienda de segunda mano. Esto se debe a que adquirir una vivienda sobre plano implica haber realizado un pago por adelantado del 10% del inmueble, así como haber pagado plazos desde la firma de la compra hasta la entrega de las llaves, lo que les da tiempo para ahorrar el 20% del valor de la vivienda que la mayoría de los bancos exige. Además, los compradores de viviendas nuevas tienen la opción de subrogarse a la hipoteca del promotor, lo que les ofrece una financiación más fácil y unas condiciones económicas mejores.
Otra ventaja de las viviendas nuevas es que no requieren inversiones adicionales, ya que los materiales y las calidades suelen ser de alta calidad y no requieren reformas. Por el contrario, las viviendas usadas pueden necesitar rehabilitación, lo que aumenta los gastos y genera nuevas solicitudes de financiamiento.
Por último, los clientes de obra nueva también tienen la ventaja de un precio más estable, ya que el valor de la casa es el mismo cuando se firman los contratos de compraventa y cuando se otorga la hipoteca. En resumen, hay varias razones por las que es más fácil conseguir una hipoteca para una vivienda nueva que para una usada.